Nada quiero, nada me importa, perdí las esperanzas, perdí todo lo que alguna vez quise, y que ahora no existe ni en mis sueños.
Todo es gris, el cielo me escupe y la lluvia no me deja ni pensar. El frío cala mi alma, alma partida en dos, hecha pedazos por cuchillos invisibles.
Me queda sufrir por la eternidad, o al menos hasta que se acabe mi vida. No soy inmortal, no soy un ángel, tal vez tampoco un humano, quizá soy un demonio que quedó atrapado en el portal del sufrimiento eterno y ésta vida.
Sólo quiero desaparecer.